En nuestra evolución moderna y constante, la ciencia siempre ha sido la portadora de la antorcha, iluminando los caminos de lo desconocido y despejando la nebulosa del misterio. En el centro de su naturaleza intrépida se encuentran los laboratorios de investigación animal, a menudo considerados reflejos de nuestra conciencia moral colectiva. Sin embargo, más allá de las sensaciones y percepciones, hay mitos y verdades que coexisten en un delicado equilibrio.